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Artículo de Opinión: Mens sana in corpore sano, por Patricio Caballero

Patricio Caballero Barrios, consultor de sanidad de C&B Consultoría, nos presenta una nueva edición de sus artículos de opinión.

Mens sana in corpore sano. Hace ya más de 1 año que iniciamos esta terrible pandemia, se ha hecho pesado, agotador y aunque la mayoría vamos aceptando la famosa nueva normalidad, empezando a ser vacunados, a poder salir, reunirnos con más asiduidad que antes, reorganizar otra vez nuestras vidas, en definitiva, se va viendo la luz al final del túnel. Ahora, por tanto, todo aquello que nos hacía sentirnos más vulnerables comienza a desvanecerse.

Pero no debemos olvidar que las consecuencias de la Covid-19 y de la pandemia han dejado huella en todos nosotros y más aún en aquellas personas más susceptibles a las condiciones y situaciones que hemos tenido que vivir, y me refiero en este caso y de esto quiero hablar un poco, a aquellos pacientes con un trastorno mental diagnosticado o peor aún, oculto y que se manifiesta ahora debido a lo acontecido.

Un mundo que solo saben, aquellos que cuidan a alguien con estas características, profesionales, familiares y los propios afectados.

Si el estar en aislamiento y con medidas restrictivas ha sido duro para cualquiera de nosotros vamos a intentar empatizar con este tipo de pacientes y su red de apoyo y como todo esto ha impactado en sus actividades de la vida diaria.

Según nuestros expertos, se ha ido viendo como después de la pandemia han aumentado considerablemente los casos de ansiedad y depresión y esto en personas que no habían cursado anteriormente con ningún tipo de patología y como no, en los que ya tenían antecedentes.

En el caso de los adolescentes se han detectado por ejemplo más trastornos de alimentación debido al confinamiento. El estar en casa y no poder salir ha provocado que salieran a relucir estos trastornos alimentarios ya que no se podían ocultar determinados actos que cuando había libertad de movimiento sí eran posibles llevarlos a cabo. También se debe a un fortalecimiento de las relaciones padres-hijos permitiendo que estos últimos expresen sus miedos o preocupaciones. Tenemos que recordar también que tantas horas de encierro han dado lugar a utilizar más como vía de escape las tablets, teléfonos, internet dando lugar a muchos de estos adolescentes a encontrar grupos en las redes que los incitaban a realizar actos como autolesionarse. La consecuencia de todo esto, una saturación de pacientes en las distintas unidades de psiquiatría de los hospitales y como no, una problemática familiar novedosa y difícil de llevar por la situación.

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Pero no solo ha afectado a los más jóvenes, no nos olvidemos los casos de demencia de nuestros mayores y si ya todos sabemos cómo ha sido la pandemia para este colectivo imaginémonos encima si le añadimos el handicap de no solo la edad, sino una demencia vascular o tipo Alzheimer.

Durante todo este tiempo como hacerles entender a este colectivo que tienen que estar aislados, sin ver a seres queridos, teniendo pautas nuevas a las que adaptarse y sin olvidar a aquellos familiares, cuidadores y profesionales que les ha tocado vivirlo en primera persona y pasar toda la pandemia con ellos. Agotamiento lo llamaría yo por mucho que se esté preparado y documentado porque también se ha visto después de todo que los sistemas de salud de todo el mundo no estaban preparados para algo así pues imaginemos a los que les ha tocado vivirlo sin tener ni un mínimo de conocimientos o formación, ahí lo dejo.

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Y ya por último recordar también independientemente de la edad a todos los pacientes con algún tipo de trastorno mental del tipo Esquizofrenia, trastorno bipolar, TEA……a todos les ha pasado factura esta situación y por supuesto no igual que al resto de los mortales.

Mi reflexión no es otra que recordar a todas estas personas y a quienes los cuidan y que nos demos cuenta la poca importancia que hay que darle a otras cosas más banales como que hemos estado confinados en muy pocos metros, que no teníamos una terraza para poder salir o aplaudir a los sanitarios, que podíamos quedarnos sin algún artículo de primera necesidad y que íbamos a hacer, en fin mientras todo esto se nos pasaba por la cabeza:

Había un niño autista sin poder pasear.

Había una adolescente con un trastorno alimentario y sin poderlo diagnosticar.

Había un anciano angustiado y con miedo por lo desconocido.

Había familias, cuidadores y profesionales sobrecargados y agotados por la situación y por no saber cómo actuar ante todo esto.

La mente sana hoy día es un bien preciado que todos debemos valorar.

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